domingo, 5 de agosto de 2007

Sobre el abuso sexual infantil

Por Irma Alma Ochoa Treviño

El abuso sexual infantil es un problema complejo debido a los factores que intervienen en su consunción, tales como las relaciones afectivas o profesionales que el agresor puede tener con la niña, niño o adolescente, o la posición de confianza y de poder que explota en su beneficio.

El artículo 6 del Protocolo Opcional de la Convención de los Derechos del Niño (1989) expresa que el abuso sexual es perjudicial y va contra el derecho básico de los niños a la vida y al desarrollo. Susana Galdós (1999) lo define como la acción sexual que una persona adulta, hombre o mujer, impone con engaños, chantajes o por fuerza a una niña o niño que no tiene la madurez para saber de lo que se trata; añade que el incesto es cualquier interacción sexual entre un niño o niña y un adulto con el que se tiene una relación familiar. Del análisis del problema se desprende que la internalización de los roles sexuales asignados por la cultura, sostenidos en las relaciones jerarquizantes de poder, es fundamental en la incidencia de los abusos sexuales, en la que se vinculan.

Los estudios de género revelan que la construcción social de la masculinidad favorece la aparición de conductas violentas, asociadas con la conquista, el ejercicio del poder y la agresión. Mientras que la feminidad se basa en la no-posesión del cuerpo en término de derechos dando como resultado la indefensión. Desde esta perspectiva el abuso sexual contra niños, niñas o adolescentes es un abuso de poder, ya que el adulto se aprovecha de su superioridad, de la confianza y de la dependencia de su víctima. En la mayoría de los casos, el autor forma parte del círculo social o familiar de su víctima, lo más común es que quienes abusan convencen a su víctima de participar en este tipo de actos por medio de la persuasión, de las recompensas o de las amenazas.

Este problema frecuentemente no se denuncia, no hay servicios públicos eficaces para atender, en su caso, la prevención, demanda, atención, sanción o erradicación. Además la poca educación al respecto y la desinformación generan mitos[1], entre los cuales se encuentran los siguientes:

· Es un hecho excepcional.
· Los niños son muy fantasiosos
· Es un problema de pobres y borrachos.
· Las niñas provocan a los adultos.
· El abuso sexual es un problema que debe resolver la familia.
· Este es un problema típico de los tiempos violentos que vivimos.
· El abuso no produce daño en los chicos
· La iniciación sexual de jóvenes por familiares adultos es característica de ciertas culturas.
· Las madres saben qué sucede y no protegen a sus hijas.
· Los hombres no son de hierro.

Las fases en que se expresa el abuso sexual son la inicial o enganche, cuando el abusador establece con su víctima un nivel de acercamiento y se asegura que ésta no contará a nadie lo sucedido. La continuidad, en la que el abusador buscará la manera para estar junto a la víctima, en ésta puede llegar hasta la penetración y por último, la evidencia o confirmación que se produce de manera abrupta. Esta última fase es cuando el abusador es sorprendido o porque la víctima cuenta lo que ha ocurrido. Es la fase de mayor tensión en la familia de la víctima, generalmente reaccionan de manera violenta contra el abusador, aunque también es frecuente que interroguen de manera incisiva al niño/a, situación que lo/a confunde más acentuándose los sentimientos de culpa. (Galdós) [2]. Para la detección de un problema de esta naturaleza, los expertos recomiendan que padre, madre y maestras-os estén al pendiente en los síntomas[3] que pueden indicar que la niña, niño o adolescente es víctima de abuso sexual:

· Un menor de edad víctima puede presentar ropa interior rota, manchada, sangrada, dolor o comezón en genitales o recto. Dolor al orinar.
· Infecciones genitales y/o VIH/sida
· Depresión, pérdida del apetito,
· Disminución del rendimiento escolar, rabia u hostilidad
· Miedo a algunas personas o a algunos lugares específicos.
· Tener fantasías o comportamientos regresivos.
· No querer participar en deportes.
· Respuestas ilógicas si se le pregunta acerca de alguna herida en sus genitales.
· Temor irracional ante un examen físico.
· Dibujos tétricos o con exceso de rojo y negro.
· Preguntas o comentarios sobre sexo, no esperables a su edad.
· Conciencia repentina de sus genitales.
· Tratar de que otros niños lleven a cabo actos sexuales.
· Cambios súbitos de conducta.


En adolescentes:

· Miedo a estar sola
· Embarazo en edad temprana
· Depresión
· Enfermedades de transmisión sexual y/o VIH/sida
· Cometer actos de delincuencia o escape.
· Incapacidad de sostener la mirada.
· Frecuentes peleas y disgustos con miembros de la familia.
· Problemas de memoria.
· Intentos de suicidio.
· Desconfianza.
· Abuso de alcohol o drogas


En caso de presentarse un problema de este tipo, las y los especialistas recomiendan al padre y/o la madre:

· Enfrentar y hacerse cargo de la situación
· Proteger a la niña, niño o adolescente para evitar abusos futuros.
· Discutirlo con su pediatra y maestra-o,
· Buscar apoyo psicológico
· Denunciar ante las autoridades competentes (Agencia del Ministerio Público)
· Reportar a la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia, Sistema DIF
· Acudir al Instituto Estatal de las Mujeres para asesoría y canalización


Lic. Irma Alma Ochoa Treviño irmaochoa47@yahoo.com.mx 0181-83653533
[1] Irene Intebi "Abuso Sexual Infantil en las Mejores Familias. Garnica, Argentina. 1998
[2] Mi cuerpo es mi territorio. Pautas de Prevención del Abuso Sexual hacia Niños y Niñas.
[3] www.mipediatra.com.mx/folletos/abuso.htm


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